Y también en mi se alza la ola. Se hincha, arquea el lomo. Una vez más tengo conciencia de un nuevo deseo, de algo que surge en el fondo de mi, como el altivo caballo cuando el jinete pica espuelas y después lo refrena con la brida. ¿Qué enemigo percibimos ahora avanzando hacia nosotros, tú, sobre quien ahora cabalgo, mientras piafamos en este pavimento? Es la muerte. La muerte es el enemigo. Es la muerte contra la que cabalgo, lanza en ristre y melena al viento, como un hombre joven, como Percival cuando galopaba en la India. Pico espuelas. ¡Contra ti me lanzaré, entero e invicto, oh Muerte!

Las olas rompían en la playa.

Las olas. Virginia Woolf

lunes, 6 de febrero de 2012

Las correcciones. Jonathan Franzen


Acabo de terminar. Exhausta. Triste. Digamos que no ayuda a olvidarse de lo que tenemos encima. El deber, la lealtad, la sumisión, la bondad, y la enfermedad que se lo lleva todo por delante. Las oportunidades, la vida. Brutal. Mejor que Libertad si cabe. Sin miramientos.

1 comentario:

Almudena dijo...

... El egoísmo, la generosidad, la relación con los padres, lo que les debemos.. Cómo compaginar la necesidad de vivir nuestra vida y seguir siendo hijos, seguir siendo sus hijos, los de siempre, los que llenaron sus vidas. Cómo vivir con la sensación de ingratitud permanente por no poder ser ya lo que quieren que seas...lo que fuiste un día... Y saber que tus hijos vivirán también esa angustia y tu mismo sentirás esa soledad.