Y también en mi se alza la ola. Se hincha, arquea el lomo. Una vez más tengo conciencia de un nuevo deseo, de algo que surge en el fondo de mi, como el altivo caballo cuando el jinete pica espuelas y después lo refrena con la brida. ¿Qué enemigo percibimos ahora avanzando hacia nosotros, tú, sobre quien ahora cabalgo, mientras piafamos en este pavimento? Es la muerte. La muerte es el enemigo. Es la muerte contra la que cabalgo, lanza en ristre y melena al viento, como un hombre joven, como Percival cuando galopaba en la India. Pico espuelas. ¡Contra ti me lanzaré, entero e invicto, oh Muerte!

Las olas rompían en la playa.

Las olas. Virginia Woolf

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El olvido que seremos. Héctor Abad Faciolince

Es que tiene tantas lecturas... Una política, interesantísima, sobre cómo fue en esa época la vida en Medellin, otra profesional, sobre la vida de ese personaje, cómo vivió, qué cosas tan importantes hizo, cómo luchó hasta el final, íntegro, por una manera de ver la vida, entregada a su causa. Y otra, la más emocionante para mi, es como padre... Esa alegría al llegar a casa, ese amor infinito, esa devoción por los hijos... Y no olvidemos a la madre, esa mujer, como tantas veces, en la sombra.... Que le permitió poder ser así!... Ahora, te tienes que acostumbrar al "papi y mami" que a nosotros se nos hace un poco raro, al menos al principio. Un sube y baja de emociones. Un libro vomitado.


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