Y también en mi se alza la ola. Se hincha, arquea el lomo. Una vez más tengo conciencia de un nuevo deseo, de algo que surge en el fondo de mi, como el altivo caballo cuando el jinete pica espuelas y después lo refrena con la brida. ¿Qué enemigo percibimos ahora avanzando hacia nosotros, tú, sobre quien ahora cabalgo, mientras piafamos en este pavimento? Es la muerte. La muerte es el enemigo. Es la muerte contra la que cabalgo, lanza en ristre y melena al viento, como un hombre joven, como Percival cuando galopaba en la India. Pico espuelas. ¡Contra ti me lanzaré, entero e invicto, oh Muerte!

Las olas rompían en la playa.

Las olas. Virginia Woolf

jueves, 4 de febrero de 2021

La marcha Radetzky. Joseph Roth

 


Todos los libros que he leído sobre esta época, antes o durante la I Guerra Mundial, tienen algo de romántico y melancólico que me cautiva. Al menos lo que me llega a través de la literatura es una época de caballerosidad, pundonor, contención, desolación, silencio... y podría seguir y serían todos sentimientos con mayúsculas, profundos y grandiosos, como una pesada carga. Es como si esa época estuviera necesariamente abocada (en Europa) al desastre y todos lo intuyeran. Este libro lo refleja como pocos. También de alguna manera, hasta donde recuerdo, se parece a Los días Contados de Miklós Bánffly. La historia de este libro refleja, para mi, muy bien lo que creo que era la época, o la idea que yo tengo de ella. La manera de escribir me parece muy cansina en ocasiones. Demasiados adjetivos. Demasiadas descripciones que te sacan de la historia. Me ha costado terminarlo pero he llegado al final y me alegro. 

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