Y también en mi se alza la ola. Se hincha, arquea el lomo. Una vez más tengo conciencia de un nuevo deseo, de algo que surge en el fondo de mi, como el altivo caballo cuando el jinete pica espuelas y después lo refrena con la brida. ¿Qué enemigo percibimos ahora avanzando hacia nosotros, tú, sobre quien ahora cabalgo, mientras piafamos en este pavimento? Es la muerte. La muerte es el enemigo. Es la muerte contra la que cabalgo, lanza en ristre y melena al viento, como un hombre joven, como Percival cuando galopaba en la India. Pico espuelas. ¡Contra ti me lanzaré, entero e invicto, oh Muerte!

Las olas rompían en la playa.

Las olas. Virginia Woolf

domingo, 7 de julio de 2024

Aún no se lo he dicho a mi jardín. Pia Pera


Retomo este recordatorio de libros leídos tras mucho tiempo, en gran medida, por pereza de escribir pero,  también, porque no había encontrado nada suficientemente digno como para romper esa pereza. Hasta que llegué a este libro. Leí algo sobre él en el periódico que llamó mi atención y lo compré. Creo que es lo que más me ha gustado e impactado desde entonces. Por supuesto, impresiona mucho la historia. Pero, sobre todo, me impresionó la humildad, sencillez y aceptación que muestra Pia Pera sobre sus propias limitaciones. La bondad e inteligencia que hace falta para dejarse ayudar, para dejarse querer. Me ha dejado una huella profunda esa conexión que tiene con su jardín, un jardín vivo, con su propia historia, que sigue viviendo sin ella, que se resiste a la enfermedad. Ahora, tengo un pequeño jardín en Portugal. Espero encontrar ahí mi paz.

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