Hacía bastante tiempo que había comprado el libro. Una amiga me lo recomendó encarecidamente, pero no me decidía. Un día leí un artículo de Carrère en El País sobre la guerra de Ucrania y me dejó muy impresionada. Le había pillado la guerra en Moscú y contaba algo que tampoco conocíamos mucho y es cómo estaban viviendo allí, sus amigos, la guerra. Entonces me acordé del libro. Lo he leído a veces incómoda, a veces intrigada y a veces enganchada. No acababa de entender la relación que Carrère había establecido con Limónov, a todas luces un personaje turbio. Al final me ha gustado la forma, para mí honesta, de contar cómo se desarrolla la vida de Limónov entendiendo que habla de un personaje muchas veces odioso y difícil de comprender. Pero desde luego ha sido algo, en cierta medida tangencial, aunque ahora de máximo interés, lo que más me ha impresionado, y es lo que cuenta de Putin: cómo ya en 2013, que escribe el libro, nos pone en alerta sobre Putin. Escalofriante.
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