Hace poco que leí Las lealtades, como continuación -un díptico, he leído que lo llama ella- de Las gratitudes. Me ha conmovido todavía más que el primero. Pero fui dejando la breve reseña para más adelante y ahora he leído del tirón Nada se opone a la noche, y ya todo lo llena este último libro. Brutal es lo primero que me sale. He llorado mucho al final. Entiendo que ella tenga que sacar de dentro de sí esta historia. Quizás por todo eso no le ha quedado más remedio que ser escritora, pienso. Para ser una historia real de su familia y vivir todavía algunos de sus protagonistas creo que está escrita con la elegancia y el respeto necesario para que ninguno se ofenda, supongo, pero también para que no sientas que te inmiscuyes allí dónde no te llaman. Yo, al menos, no me he sentido intrusa en ningún momento. La primera parte del libro me hace sentir envidia de esas familias tan numerosas, de esa casa familiar que siempre he soñado tener, con la que aún fantaseo. Me recuerda a algunas películas que hemos visto de casa francesas, italianas, con cierta decadencia, elegantes y destartaladas, con un precioso jardín... Yo, a pequeña escala lo he vivido durante los veranos, la primera parte de mi vida, mi infancia y primera juventud en Galicia, la segunda, ya con mis hijos, en Menorca. La segunda parte del libro ya es otra cosa. El drama de esa familia me hace pensar en que las familias felices pueden guardar tremendos secretos, historias truculentas y seres profundamente desgraciados. La forma de escribir de Vigan me parece delicada, cuidadosa, como una seda resbalando por la piel. Si escribiera me imagino escribiendo así.
No te lo tomes por lo personal
Hace 4 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario