Y también en mi se alza la ola. Se hincha, arquea el lomo. Una vez más tengo conciencia de un nuevo deseo, de algo que surge en el fondo de mi, como el altivo caballo cuando el jinete pica espuelas y después lo refrena con la brida. ¿Qué enemigo percibimos ahora avanzando hacia nosotros, tú, sobre quien ahora cabalgo, mientras piafamos en este pavimento? Es la muerte. La muerte es el enemigo. Es la muerte contra la que cabalgo, lanza en ristre y melena al viento, como un hombre joven, como Percival cuando galopaba en la India. Pico espuelas. ¡Contra ti me lanzaré, entero e invicto, oh Muerte!

Las olas rompían en la playa.

Las olas. Virginia Woolf

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Herzog. Saul Bellow

 


Estaba mirando la librería una mañana cualquiera durante el confinamiento, desde la mesa de trabajo. La mirada perdida iba paseándose por los libros como tantas veces en aquellos días en los que no te podías concentrar en nada. Reconozco que es una sensación que me encanta y me relaja. Muchas veces me pongo a mirar los libros de la librería sin más. Me viene a la memoria el recuerdo de estar con mi padre delante de la librería de casa para decidir qué podía leer. Nos parábamos los delante de los libros a mirar. El repasaba los libros y me iba comentando. Al final sacaba uno: "creo que este te va a gustar" me explicaba un poco y yo me iba emocionada a leer. Me paré en Herzog. Muchas veces me he parado en este libro, que en nuestra librería está al lado de El legado de Humboldt, los dos en Galaxia Gutemberg Círculo de lectores, los dos lomos juntos tan apetecibles, con el grosor perfecto de un buen libro. Una vez había intentado leer Herzog y lo dejé. No pude con el personaje. Nada más empezar me cargó muchísimo. Muchos libros los dejo sin piedad, sin embargo este me daba cierta rabia o frustración haberlo dejado. A varias personas a las que admiro su gusto literario les había gustado mucho. Entonces lo cogí y lo empecé a leer. Quizás era el momento oportuno. Me metí en el libro. Herzog más que tirria me inspiró compasión. Y ahora sí que pude disfrutar de una novela con mayúsculas. Incluso más que una novela, diría que es una historia, una vida... una persona desde sus entrañas. Difícil y lejana. Pero conmovedora.

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