En el año Galdós, al final me alegro mucho de haber leído este libro que han sugerido en la mini tertulia literaria que comenzamos en el Gran Confinamiento y que hemos retomado, tranquilamente, después del verano. Digo que al final me ha gustado leerlo porque me daba bastante pereza y llegué a dejarlo una vez empezado. Lo que más me ha costado ha sido el estilo. Un estilo que, si estuviéramos hablando de cine, quizás diría que no ha aguantado bien el paso del tiempo. Un estilo que se me hace algo recargado, empalagoso, demasiado artificioso, muy teatral... Por supuesto con notas brillantes, geniales, muchas divertido y otras algo cruel. Al final, una vez conseguí superar la presencia del estilo y pude llegar a la historia, a los personajes, a la filosofía (podría decirse, más bien, moraleja) creo que ha merecido la pena. Lo que más me ha gustado de la novela ha sido el personaje de Isidora, una mujer incapaz de tomar una decisión correcta en su vida. Y ese final trágico, sin saber si vive o quien sabe.. Pero... «¿quién vive?»
Volviendo a la tertulia, me gusta la asociación que Ana Dotras me ha hecho ver entre La Desheredada y El Quijote. Esa posible analogía entre la locura de Isidora y la del quijote, entre los «castillos» a los que se enfrentan ambos, a «Sancho» personalizado en su padrino Don José y en todos los personajes que la manipulan, engañan, la compadecen o intentan ayudarla sin éxito. El Quijote es la asignatura pendiente, desde luego.
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