Y también en mi se alza la ola. Se hincha, arquea el lomo. Una vez más tengo conciencia de un nuevo deseo, de algo que surge en el fondo de mi, como el altivo caballo cuando el jinete pica espuelas y después lo refrena con la brida. ¿Qué enemigo percibimos ahora avanzando hacia nosotros, tú, sobre quien ahora cabalgo, mientras piafamos en este pavimento? Es la muerte. La muerte es el enemigo. Es la muerte contra la que cabalgo, lanza en ristre y melena al viento, como un hombre joven, como Percival cuando galopaba en la India. Pico espuelas. ¡Contra ti me lanzaré, entero e invicto, oh Muerte!

Las olas rompían en la playa.

Las olas. Virginia Woolf

sábado, 30 de julio de 2016

Los ensayos. Los mentirosos. Michel de Montaigne


Capítulo IX. Los mentirosos

Comienza hablando Montaigne de la memoria y me enternece. Siendo un tema que actualmente me obsesiona porque siento que ya no me acuerdo de nada, Montaigne dice "casi no reconozco traza alguna de ella en mi" y acto seguido cita a Platón. ¿Lo citará si acaso mirando el libro? No creo, supongo que lo cita de memoria. Si acaso habrá tenido que echar mano del libro para comprobar exactamente la cita pues a lo mejor no la recordaba con precisión. Si no fuera gracioso, y no fuera que ya nos advirtió que el libro era de buena fe, parecería bien una tomadura de pelo o bien falsa modestia. Pensándolo bien quizás el tema radica en las expectativas que uno tiene sobre lo que debe recordar. A lo mejor él olvida proporcionalmente lo mismo que lo que yo olvido... aunque, la verdad, no lo creo. Dice que sus restantes características son "viles y comunes", pero que en esta es "singular y rarísimo, digno de adquirir nombre y reputación" (es genial la nota que pone a pie de página). Quizás olvida ciertas cosas y no otras. Quizás olvida cosas de la vida cotidiana o es despistado. Sin embargo, nos dice que no descuida nunca el encargo de un amigo.
De la falta de memoria, a pesar de los inconvenientes que conlleva, nos dice que encuentra consuelo, en primer lugar porque supone, para él, corregir un mal peor, la ambición "tan importante para los que pretenden resolver los problemas del mundo" y, en segundo lugar dice que gracias a la falta de memoria habla menos, siempre de agradecer para no perderse por las ramas ni decir tonterías. Lo malo, como me pasa a mi, es que a veces nos sentimos obligados a decir cualquier cosa para parecer más inteligentes y como ni tengo memoria ni ingenio, solo consigo hacer el ridículo. Menos mal que mis amigos me quieren y no me lo tienen en cuenta.

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