Capítulo XXIV. La pedantería.
Nos dice Montaigne que de nada sirve saber o acumular conocimiento si no conlleva una reflexión, un entendimiento. De nada sirve acumular y acumular datos y replicar lo que dice éste o aquel, si uno no aporta su reflexión particular. Admiramos a los eruditos pero más valor tienen aquellos que piensan por si mismos, que tienen ideas propias. Recitar lo puede hacer igual un loro.
Guardamos las opiniones y la ciencia de otros y después nada más. Nos dice que tenemos que hacerlos nuestros, teñirnos con el conocimiento. Es cierto que cuando alguien cita lo que ha leído, lo que ha estudiado, en fin, lo que sabe, solemos admirarlo y considerarlo a él mismo una persona sabia. Yo la verdad es que nada puedo recitar ya que de nada me acuerdo. Pero quizás si hiciera el esfuerzo de pensar en lo que estoy leyendo y tratara de formarme una opinión conseguiría aprehender algo de conocimiento y quizás eso me haría mejor. Por que ¿de qué sirve el conocimiento si no es para hacerte mejor persona?
Esta idea me recuerda a la gente que se cree importante porque conoce o es amigo de alguien que ha hecho algo importante, como si se le pegara a él, como si el hecho de que sea su amigo le transfiriera a él mismo su don.
Montaigne no se deja engañar, se aplica su misma reflexión y nos entrega sus pensamientos sin ocultarse nada. Las cosas son así, le guste más o menos. Muchas son, una vez que las leemos, de sentido común diremos, y sin embargo, caemos en los errores que nos muestra una y otra vez. Conviene tenerlo en cuenta. Por eso quizás algunos comentan que es tan util tener Los ensayos de libro de cabecera.
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