Y también en mi se alza la ola. Se hincha, arquea el lomo. Una vez más tengo conciencia de un nuevo deseo, de algo que surge en el fondo de mi, como el altivo caballo cuando el jinete pica espuelas y después lo refrena con la brida. ¿Qué enemigo percibimos ahora avanzando hacia nosotros, tú, sobre quien ahora cabalgo, mientras piafamos en este pavimento? Es la muerte. La muerte es el enemigo. Es la muerte contra la que cabalgo, lanza en ristre y melena al viento, como un hombre joven, como Percival cuando galopaba en la India. Pico espuelas. ¡Contra ti me lanzaré, entero e invicto, oh Muerte!

Las olas rompían en la playa.

Las olas. Virginia Woolf

viernes, 26 de agosto de 2016

Los ensayos. La amistad. Michel de Montaigne


Mientras mantenga la cordura, nada será para mi comparable a un amigo (Horacio, citado por Montaigne).

Para Montaigne la verdadera amistad, la pura, la total, la que no se comparte ni reparte es el sentimiento más noble y más sublime que puede existir. Para él es la comunión perfecta con otra persona, el entendimiento absoluto, la perfecta armonía. Nos dice Montaigne que en la amistad de la que él habla las almas se mezclan y confunden entre sí con una mixtura tan completa que borran y no encuentran ya la costura que las unió. Qué belleza. Yo no se si he encontrado nunca algo así aunque si lo he buscado siempre. Sí ha sido para mi el ideal de amistad. Siento que he estado preparada siempre para una amistad así, pero no la he encontrado. Durante muchos años, en la adolescencia, primera juventud... he tenido amigos y amigas a los que me he entregado en cuerpo y alma, pero que llegado el momento me han decepcionado. Durante mucho tiempo he pensado en que la culpa estaba siempre en los demás, sin embargo, ahora, creo que posiblemente yo tampoco les di lo que ellos esperaban.

En la madurez me siento muy afortunada porque creo que tengo buenos amigos. No se si de la profundidad de la que habla Montaigne, pero amigos con los que siento que soy libre, y con los que me siento querida. Amigos con los que me siento en casa, con los que no hay que simular lo que no eres, amigos que no te juzgan por lo que has hecho en la vida, por el éxito... ya no busco más que esos amigos.

Para Montaigne la amistad no puede ser amor, ya que éste está dominado por el deseo, mientras que la amistad es calmada y libre, no está supeditada a ninguna distracción. Para mí, sin embargo, esa pureza y comunión de la que habla, lo más cerca que la he encontrado si ha sido en el amor. Ese entendimiento silencioso, esa compenetración profunda que los años van construyendo como capas de cera que penetran en la madera hasta darle ese dorado que solo luce en la vejez. Muchos de los sentimientos de los que habla de su gran amigo los siento yo en el amor, y el sentimiento de pérdida que sufre cuando pierde a su amigo será como yo me sienta si pierdo alguna vez a Lorenzo. 

"Contigo se han desvanecido todas nuestras alegrías que, mientras vivías, tu dulce amor alimentaba. Tú, al morirte, has destruido mis placeres, hermano; contigo ha sido sepultada toda nuestra alma."







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