Si ya me gustaron los anteriores My Ántonia y Uno de los nuestros, este no me ha decepcionado. Bueno, que no me ha decepcionado podría sonar un poco triste o un poco como si fuera poca cosa este. Que sea el tercer libro que he leído de Willa Cather es un poco circunstancial, aunque parece lógico, por otra parte. My Ántonia es quizás el más conocido y Uno de los nuestros es el Pulizer, pero El canto de la alondra podría ser el más bello. La forma de escribir de Cather es de una gran sensibilidad. Es de esxs escritorxs que, sin describir en exceso, sin sobrecargar las imágenes con demasiados adjetivos, con una sola frase transmite exactamente ese sentimiento concreto que quiere que sientas, un detalle que, sin embargo, expresa multitud de cosas, que te da una visión más amplia de la situación, del antes, del después, de la personalidad y sentimientos de la persona... El estilo de Cather, a medias entre Proust y Falukner, es delicado y profundo. Nada es superfluo. Llegas a querer tanto a sus personajes, a cada uno de ellos, con su personalidad, cada uno con su historia, con sus problemas.
Me ha atrapado como pocos libros hace tiempo que no conseguía. Me he sumergido durante un fin de semana en su mundo, en su poesía, hasta el final. Una maravilla.
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